El viernes 29 de noviembre el periodista Hugo Alconada Mon del diario La Nación me realizó una llamada telefónica para consultarme por una causa en la que ejerzo una defensa técnica en la ciudad de Bahía Blanca. Me dijo que mi presencia en Bahía Blanca había “levantado polvareda”, a lo que contesté en mi calidad de colega (ya que aparte de periodista es abogado) explicándole el trabajo técnico que hice y que en todo caso la polvareda la levantan mis escritos, no mi presencia. Sin embargo, a pesar de que según él tuvo acceso a los trabajos técnicos que hice en el expediente, donde realicé una defensa basada en la teoría de la imputación objetiva, él dedujo que mi participación como abogado defensor era “tráfico influencias”.
La realidad de los hechos es que soy abogado y ejerzo la profesión libremente. Me parece indignante la nota (¿operación?) porque el título da a entender que yo estoy como acusado, es decir, como involucrado, y el único involucramiento que después se desprende de la propia nota es que soy abogado defensor de una de las personas que están imputadas en la causa.
Yo estoy ejerciendo mi profesión dignamente, y Alconada Mon lo sabía y lo sabe, por eso me llamó por teléfono. En dicha primer y única llamada se lo expliqué perfectamente e incluso le ofrecí que, autorización mediante de mi cliente, podía enviarle el escrito que fue presentado solicitando el sobreseimiento, a lo que el periodista me dijo que él ya tenía mi escrito sobre su escritorio… ¡Muy interesante! Y además lo cita en la propia nota (mi escrito). Pero no le bastó con desprestigiarme tanto a mi y por elevación al presidente electo de la República Argentina, sino que en su Twitter, con el infame objeto de alimentar su ego, me calumnió y menoscabó, postulándome a través del recurso de la pregunta retórica, como autor del delito de tráfico de influencias.
A los abogados penalistas recurre gente que tiene problemas judiciales y los abogados tratamos de preservar las garantías y derechos constitucionales de las personas cuando son acusadas. Este caso no tiene nada que ver con mi vínculo de colaborador en la Universidad de Buenos Aires con el presidente electo Dr. Alberto Fernández, en la cual él es titular de cátedra de Derecho Penal.
¿Qué tenemos que esperar ahora? ¿Que algún desbocado periodista manifieste que cualquier profesional que tiene un vínculo con Alberto Fernández trafica influencias cuando se presenta en una causa en defensa de su cliente? Mi cartera de clientes asciende a más de 150 causas en trámite en todo el territorio de la República Argentina y también en el exterior, ¿qué tengo que hacer?, ¿debo renunciar a todas mis defensas porque colaboro en la cátedra de Derecho Penal con Alberto Fernández? Una verdadera canallada. Exijo que se retracte inmediatamente, para salvaguardar mi buen nombre y honor, ya que no solo me está atacando a mí personalmente, mi profesionalismo, mi honra, la de mi familia y la del presidente electo de la República Argentina, sino que está atacando el libre ejercicio de la profesión de abogado y los artículos 14 y 18 de la Constitución Nacional. Esta carta, no solo es en defensa de mi honor, sino que también es en defensa de la profesión del abogado.
ADRIAN MARTIN ROIS